La imagen de la salida de Afganistán del último soldado estadounidense, el general de división Chris Donahue, comandante de la 82 División Aerotransportada del ejército de EE.UU., a las 23h59 (hora de Kabul) se ha convertido en un símbolo de la humillante retirada de la comunidad internacional del país centroasiático. En una ironía del destino, cuando se conmemora el vigésimo aniversario del 11-S que motivó la intervención en Afganistán, cuando se cumplen 25 años de la entrada de los talibanes en Kabul, estos últimos de nuevo se han apoderado de la capital afgana y ya tienen bajo su control la casi totalidad del país. Dos décadas de presencia militar, con miles de soldados occidentales fallecidos, y después de multimillonarias inversiones, el resultado se puede resumir en dos palabras: fracaso absoluto.